Cuando uno crece suele cambiar rutinas en su desayuno y merienda. Hace algunos años disfrutaba con las tortas de aceite, o comúnmente conocidas como tortas de algarrobo, bien porque nuestra madre las compraba o porque mi abuela las hacía caseras en horno de leña.
Estas tortas, como se puede adivinar no están hechas con aceites vegetales a diferencia de otros dulces. Son hechas con aceite de oliva virgen extra de la variedad hojiblanca que es más afrutado, unido a la mezcla de harina de trigo, azucar, almendras , anis en grano verde (matalahuga), canela y levadura.

Las tortas de algarrobo o aceite se puede decir que vuelven a estar de moda. Yo las redescubrí cuando estaba viviendo en el extranjero. Me las llevaba como objeto de culto, porque sólo se vendían en Málaga y mi sorpresa al saborearlas de adulta es que mantienen su sabor tradicional con una apariencia renovada. Hay varios formatos y tamaños, aunque a mí me siguen gustando las que vienen envueltas en papel que son más gordotas y con almendra en el centro. El formato caja, es más funcional y tienen forma de galleta o tortita muy fina.

Existes varias marcas o panaderías que las hacen pero en mi opinión las más auténticas y de mejor sabor son Carmen Lupiañez como fabricante y distribuidor. Actualmente, fácil de encontrar sus tortas en tiendas y supermercado de toda la provincia de Málaga. Por otro lado, la panadería Ramos, hace una versión de tamaño más grande y decoradas azúcar además de cubiertas de chocolate negro. Ambos negocios se ubican en Algarrabo, pueblo que da nombre a estas tortas y muy recomendable para visitar.
